jueves, 23 de septiembre de 2010

La niña que soñé

Parece ser que la tarjeta de acceso a mi centro de trabajo está muy deteriorada. Ciertamente, apenas se me vé la cara, así que tuve que solicitar un duplicado. En él se pedía una foto, de forma que empecé a rebuscar entre las fotos en formato electrónico que tenía a mano una que fuera adecuada.
Y entonces me topé con una imagen que hacía años que no veía: es del primer día de colegio de mi hija Sara. Todos los primeros días de colegio de los niños cuándo iban a preescolar, me cogía fiesta y los llevaba yo al cole. La tradición marcaba, además, que hubiera foto oficial de la salida hacia la escuela. Y allí estoy yo, con mi niña de casi un año en el cochecito sentada y mis otros dos hijos, de casi tres y casi cinco años a ambos lados.
Creo que aquel fue el último día perfecto. Que todas las sospechas que bullían en mi interior respecto a Sara empezaron a tomar cuerpo cuándo fuí a recogerla por la tarde y me explicaron como había ido el día. Cuándo ví a los otros niños de su edad a su lado, y parecía que tuvieran el doble de edad...
Mirar esa foto, tan a contrapelo, sin estar preparada, hizo que volviera de nuevo todo el dolor que vino después, las sospechas y dudas, la confirmación de la terrible enfermedad que padece, el ingreso en el hospital, la búsqueda de un tratamiento... de esperanza.

Pero todo eso no fue lo peor que me trajo aquella foto.

Lo peor fue darme cuenta que sigo llorando a la niña que soñé y que murió cuándo nació mi hija.
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martes, 7 de septiembre de 2010

De vuelta

Se acabaron las vacaciones. Este año han dido especialmente difíciles. Jodidas, me atrevería a decir. Pero como suele ocurrir, incluso entre el estiércol puedes encontrar alguna flor.
Lo bueno de tocar fondo es que te permite tener un punto de apoyo para tomar impulso hacia arriba. He vuelto de las vacaciones con un listado enorme de tareas; ahora sólo falta ir poniendo el "hecho" correspondiente en cada una de ellas. Creo que finalmente he sido consciente de que no se puede jugar al mus con una baraja francesa. Puede parecer lo mismo, pero no lo es. Para nada.
Ahora toca ponerse las pilas y aprender a jugar a póker. Para eso sí que tengo cartas. Y esta vez, además, algo ha debido pasar algo extraño a nivel molecular porque noto en cada una de mis células la sensación de cambio, de final de etapa. Este año ha sido el Tourmalet, y me ha dejado exhausta en todos los sentidos.
Esperemos que ese cambio se materialice y me permita conseguir el maillot amarillo. Aunque sea un color que me favorezca bien poco.
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lunes, 26 de julio de 2010

The Princess Bride

Hay una escena de una de mís películas favoritas “La princesa prometida” que me vino a la cabeza el otro día. La acción tiene lugar tras el fracaso de los “malos” en su intento de secuestrar a Buttercup. El gigante e Iñígo Montoya se vuelven a encontrar en la población en la que se conocieron y aceptaron el trabajillo del príncipe malísimo: Iñigo está borracho y desesperado y le cuenta al gigante algo así: “Vizzini me dijo que si todo salía mal que volviese aquí al principio. Y aquí estoy, dónde me dijo Vizzini”.
Normalmente, cuándo alguien inicia un proyecto nuevo (de lo que sea, un proyecto de vida, de familia, un nuevo trabajo, un informe…), parte de unas bases. De lo sólidas que sean esas bases dependerá que pueda construir encima con seguridad. En ocasiones fallan las bases, otras veces son los ladrillos que pones encima de ellas los que tienen algún defecto de fábrica… Cuánto más abajo esté el fallo, más graves son las consecuencias cuándo el edificio se derrumbe. Y siempre lo hace. Tarde o temprano, se va al suelo…

Últimamente me siento así. Cómo si, en algún momento, hubiera utilizado material de poca calidad sin ser consciente de ello. Y ahora mi edificio está empezando a oscilar a una frecuencia que no debiera. Inconscientemente, empecé hace un tiempo a deconstruirlo buscando ese defecto de fábrica que provocaba las oscilaciones. Y, aunque éstas han disminuido a medida que iba quitando las capas superiores, no han desaparecido del todo. Y aquí es dónde toma sentido la frase de Vizzini: “Si todo sale mal, vuelve al principio”. Ahora que soy consciente, y que estoy bastante segura que las bases de partida de mi proyecto eran firmes, sólo se trata de ir quitando pieza a pieza las capas superiores. Con mucho cuidado y en el orden correcto, para evitar que se derrumbe en el proceso. Y llegar al principio, a las bases.

Es la única forma de empezar de nuevo. Y hacerlo con la solidez necesaria. ¿Qué he aprendido de todo esto? Que tengo que hacer controles de calidad mucho más exhaustivos de los “materiales” con los que construyo mi vida. No me van a volver a colar gato por liebre. Ya no.

Aquí estoy. Volviendo al principio. Sabed que si os saco de mi vida no tiene porqué ser definitivo, sólo es temporal. A menos que seáis vosotros la pieza que no encaja y que provoca las vibraciones. Entonces, sintiéndolo mucho, no volveréis a tener cabida. Que sólo tengo una posibilidad de construir un rascacielos, y no quiero quedarme con una adosada de dos plantas…
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domingo, 11 de julio de 2010

En las montañas de mi locura

Hay ocasiones en las que tengo la extraña sensación de que estoy dejando atrás mi cordura. Algo así como si mi pensamiento racional derivase a profundas simas inconexas en las que nada es como debiera ser. En esas ocasiones, acostumbro a solucionarlo intentando verme desde fuera, cual experimento sociológico del estilo "Gran Hermano" en el que yo soy la única concursante y la casa es un plano de realidad alternativo.
Otras veces, soy claramente consciente que se me ha dado la oportunidad de tirar los dados, en la que esa intuición de la locura de la que hablaba antes se ha materializado en una mala tirada y, definitivamente, he perdido "sanity".

Hay en mi historial genético una larga tradición de visitas a centros mentales (creo que en las épocas de las que hablo, los llamaban "manicomios"), visitas que se convertían en residencias permanentes. Se da el caso, además, de que las visitantes tenían los dos cromosomas X, cosa que no deja de ser curiosa y digna de mención.

Estoy, según las estadísticas (que ya sabemos que se parecen a la realidad individual lo que Torrebruno a Lobezno), en la mitad de mi vida. No sé con cuánta "Sanity" hicieron mi personaje, ni sé la que ya he gastado. Espero que me quede suficiente como para no acabar enfrentádome yo sola, en un paisaje helado, al más Antiguo de los Antiguos... y que a partir de ese momento mi mundo se reduzca a una habitación de 3x3 metros con hermosas vistas a una realidad que ya no me pertenece.

Mientras llega ese momento, utilizaré la única arma que tengo: la racionalidad frustrada...
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martes, 6 de julio de 2010

Pimientos e intensidades

Este fin de semana pasado hemos participado en una salida familiar de una asociación para niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista). Hacen este tipo de salidas todos los años, pero hasta este no nos veíamos preparados para apuntarnos.
La experiencia ha sido intensa, pero de una intensidad dolorosa. Con determinado tipo de “intensidades”, me pasa como con el pimiento: ni me gustan ni me sientan bien. Aún necesito digerir bastante todo lo que hemos vivido estos tres días; no obstante, me gustaría destacar algunas cosas.

Pimiento Verde: el ver a otros niños con el trastorno. Sin duda alguna, mi hija es especial. Hace cosas diferentes, pero que yo he asimilado como normales, de forma que ni me sorprenden, ni me llaman la atención. De repente, he visto cómo ven a mi hija los demás. Y es extremadamente inquietante darte cuenta de ello.  Eso me hace entender mejor a la gente que nos mira “raro”, que de esos hay muchos.

Pimiento Rojo: las cosas que me han explicado algunos padres. Cómo utilizaban homeopatía o Flores de Bach y creían que servía para algo, que habían notado mejoras. No les dije nada; no les desmonté el chiringito de la superstición. No me queda energía para luchar por otros niños que no sean los míos. Cuándo tienes un problema de esa magnitud, no te queda margen para intentar ayudar a quién no quiere que le ayudes. Cómo me comentaba otra madre (con esta sí que hubo “feeling”), quien quiere saber, busca.

Pimiento del Padrón: La resignación. Ver y oir como algunos padres decían que su hijo era así y no podía cambiarse. Que no puedes hipotecar toda tu vida en pagar tratamientos para lograr una ligera mejora. Que debías aceptar que eran bebés eternos y aprender a vivir el día a día intentado simplificar las cosas. Me decían que yo también llegaría a ese punto. Que cae por su propio peso. Quizá tengan razón, pero no hoy. No ahora. No pienso cruzarme de brazos y aceptar que no hay margen de mejora. No voy a tolerar que en casa entre la desesperanza. Mientras haya luz, por tenue que sea, seguiremos sembrando.

En la parte positiva: encuentros, soledades compartidas, proyectos y saber que no estamos tan solos como nos sentimos. Y unas piscinas estupendísimas que valen en sí mismas la excursión hasta allí…

…Y por supuesto, los niños. Nuestros niños especiales: únicos, magníficos y luchadores en un mundo que no entienden ni comparten.
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martes, 29 de junio de 2010

Y aquí seguimos... esperando

Bueno, pues ha pasado un mes desde la última entrada y desde que puse en barbecho algunas relaciones. Lo más peculiar de todo es lo que ha pasado desde entonces... nada.
Mi vida ha seguido exactamente igual, sólo que con algunos problemas menos. Esas personas tan importantes para mí, no han dado ni siquiera un paso adelante para hacerse un poco visibles.
Por un lado, tengo que reconocer que mi vida es más pacífica desde entonces, más tranquila. Por otra parte, me duele que les haya costado tan poco dejarme de lado. Quizá es sólo que están jugando a póker conmigo, probando a ver quién lanza el farol más grande... sin entender que se han acabado los faroles, las tonterías y el comulgar con ruedas de molino.
Mi única aspiración es que la gente que me quiere no me haga la vida más difícil. No creo que sea pedir demasiado.

Eso, sin desmerecer a los que estáis ahí dándome alegrías. Haciendo estos momentos tan complicados más llevaderos. Ya sabéis quien sois, claro. Otra cosa no sé, pero listos, lo sois un rato :)

Gracias por estar ahí, chicos. Y por ayudarme a llevar mi mochila cuándo el camino se hace cuesta arriba.
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martes, 1 de junio de 2010

Simplicidades

Cuándo la vida se vuelve jodidamente complicada (y conozco muy poca gente que no considere que la suya lo es), llega un momento que tienes que parar y tomar decisiones que la simplifiquen.
Eso hice yo tras mis relajadas vacaciones en el mar del verano pasado. Paré y tomé algunas decisiones que hicieran mi vida más sencilla. Una cosa lleva a la otra, y existe una posibilidad muy elevada de que esa sencillez la haga también más insulsa... Pero de momento es lo que me pide el cuerpo y lo mejor para la gente a la que quiero.
Hará cosa de un par de meses recapitulé y decidí dar otra vuelta de tuerca. Esta vez le tocó a mis relaciones. A las que duelen. Decidí analizarlas, deconstruirlas y ponerlas en barbecho a ver qué salía de ello.
Y en eso estoy. Se han acabado sentimientos de culpa, "deberías" y otras tonterías que lastran mi vida y me quitan energía de las cosas importantes. Los que están en barbecho tendrán que decidir qué quieren de mí y si les vale la pena el esfuerzo. Yo no voy a seguir haciéndolo. Estoy cansada de vampiros emocionales.
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sábado, 8 de mayo de 2010

Ni un paso atrás!

Poco a poco voy rompiendo eslabones de la cadena que me eché al cuello. No me la eché de golpe, no. La fuí construyendo con silencios, sacrificios y obligaciones no deseadas.
Hace dos semanas rompí el primero, el más difícil. Parecía que no iba a ser capaz, pero lo hice. La borrachera de mi osadía me dejó ebria de éxito y corrí el riesgo de quedarme ahí, con un eslabón menos, pero con el resto de la cadena firmemente asentada.
Ayer tomé carrerilla y rompí otro eslabón. Fue doloroso y absurdo. ¡Qué diferente es nuestra vida cuándo somos capaces de mirarla desde fuera!
Ahora no voy a parar. No quiero parar. Hay mucha vida por vivir y para este camino no necesito esas alforjas.

¡Espartanos! ¡Soldados de mi guardia personal! Mañana mismo partimos hacia el combate. Preparad durante la noche todo lo necesario para la marcha. Pero antes, y según la ley, deberéis confirmar aquel juramento al que como espartanos nos debemos desde nuestro nacimiento. Jurad, pues, que nunca daréis un paso atrás en la batalla, que jamás daréis la espalda al enemigo.

Ni un paso atrás! Ni para coger impulso.
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jueves, 22 de abril de 2010

Las nuevas tecnologías nos hacen más...?

He estado un par de días en Madrid por temas profesionales. También ha habido tiempo para el "recreo" y los intercambios de frivolidades textiles (gracias guapa!!) de esos que suben el ánimo.
Pero el post va de un tema tangencial a mi viaje: los taxistas.
Siempre me había parecido digno de asombro la capacidad que tenían los taxistas para conocerse el callejero al completo de las ciudades en las que trabajaban. No sólo el callejero, sino también las rutas óptimas según el día y hora, de forma que con subir al taxi y decir: "Calle Valldonzella esquina Johann Sebastian Bach", podías despreocuparte del trayecto y esperar tranquilamente a llegar a tu destino.
Durante mucho tiempo me he movido en coche por mi ciudad, y he llegado a tener un conocimiento amplio de su callejero, pero limitado a mis zonas habituales, lo que hacía que me maravillara ese sentido de la orientación de los profesionales del taxi. Porque además uno no se sienta en su casa y dice: "voy a aprenderme las calles de Barcelona. Todas!".


Pues bien, estos dos días entre Madrid y Barcelona, he utilizado un taxi en seis ocasiones. En todas ellas, sin excepción, el taxi llevaba incorporado un GPS, además de los que hablan. En los trayectos al aeropuerto me ha sido posible sustraerme a sus frases monótonas, pero el resto de ocasiones he tenido que esperar a que introdujeran la dirección (en un caso mediante reconocimiento de voz, sin identificar siquiera la población inicialmente: parece que "La Florida", con su palacio de la Zarzuela incluido, no se acaba de identificar si es Pozuelo de Alarcón, Aravaca, Majadahonda o Madrid. Y oir al menos 10 veces chillarle al aparatejo: "CALLE DE BASAURI", acaba siendo incómodo :)).


Antes subía al taxi y pensaba: "Sabrá dónde cae mi lugar de destino?". Ahora pienso: "Tendrá voz de hombre o de mujer el aparatejo?"


Ir en taxi ha perdido el encanto que antes tenía. La admiración que me provocaba el dominio callejeril ha dejado paso al hastío de las voces electrónicas indicando cada 200 metros hacia dónde hay que colocarse, girar, parar y demás...
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lunes, 29 de marzo de 2010

¿Capullo-Crisálida-Cucharacha-Mariposa?

Llevo una temporada sintiéndome extraña. Con eso no quiero decir que me sienta mejor o peor que d’habitude, sencillamente me siento cómo si me viera desde fuera.


No puedo precisar cuándo empezó. Probablemente al principio serían pequeñas cosas que pasaban inadvertidas, pero a fuerza de ir ocurriendo y acumulándose, ya no puedo seguir fingiendo que no soy consciente de su existencia.

Intento racionalizar ese sentimiento y, cómo viene siendo normal en estas cosas, fracaso estrepitosamente. No puedo identificar los parámetros que lo definen y eso me desorienta, pero noto que algo está pasando… Lo notó en las yemas de los dedos y en la boca del estómago. Algo a mi alrededor está girando muy rápido y siento el vértigo dentro de mí. Y es un vértigo con los colores de un arco iris.

No sé si soy un capullo o una crisálida.

No sé si saldré de ésta como cucaracha o como una mariposa.

Sólo sé que algo está cambiando y creo que es bueno…
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domingo, 28 de marzo de 2010

Sacrificios en Semana Santa

Pues no sé oye, cuándo hablan de que Semana Santa es una época de recogimiento y sacrificio a lo mejor se refieren a cosas cómo leer al memo este:

http://mirallmemoria.wordpress.com/2010/03/17/mensa-women-on-s%C2%B4han-fotut/

Yo ya he cumplido hasta el año que viene...
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sábado, 27 de marzo de 2010

Los recuerdos... esos grandes desconocidos

En una de estas últimas noches en las que, cosa extraña en mí, dormirme me cuesta más de cinco minutos, me dió por recordar una hermosa historia de amor que viví hace unos años.
En mi cabeza empezaron a desfilar todos aquellos recuerdos maravillosos. Momentos apasionados, felicidad, lugares y canciones que me retrotraían a espacios infinitos de luz. Incluso medio dormida y con la luz apagada, creo que podría haberse visto mi sonrisa relajada mientras atesoraba mis recuerdos.
Y de repente, una nota discordante. Al estilo del Silmarillion, algo había provocado una ruptura en la armonía de ese instante. Busqué a mi alrededor ansiosamente, para encontrar al maldito intruso y darle una somanta de palos que lo hiciera desaparecer de mis recuerdos perfectos.
Costó un poco pero lo encontré. Estaba ahí, indefenso, mirándome con unos ojos enormes, infinitos. Era el recuerdo de la primera lágrima que aquel amor me hizo derramar.
Al mirarle directamente fue como si una delicada cortina se abriera. Tras él empezaron a aparecer muchos otros recuerdos amargos, que habían estado escondidos durante mucho, demasiado tiempo: más lágrimas, soledades, desencuentros... Ansiedad, celos, desesperación. Un recuerdo muy intenso del momento de la ruptura (que además fue mi elección dado que no podía obtener lo que buscaba de aquella relación, y sin embargo le quería con toda mi alma)... Y luego todos aquellos días largos infinitos, echándole de menos, con mis tripas y mi corazón desgarrados, una sombra de lo que alguna vez fuí.

Y todos esos recuerdos han tardado años y años en aparecer. En mi memoria sólo habían persistido los buenos momentos (que fueron muchos e intensos), haciéndome creer que aquella había sido la mayor historia de amor de todos los tiempos.

Pedazo cabrones los recuerdos, que incluso te hacen creer que has vivido una vida que no es la tuya. Ni de eso puedes fiarte!
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sábado, 20 de marzo de 2010

Vida antes de la muerte

He tenido una iluminación. Hay vida antes de la muerte... Tengo que escribir algo sobre ello, pero no hoy. No ahora.
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martes, 16 de marzo de 2010

Necesito un héroe

Como esos de las películas de griegos que veía de pequeña. No pido mucho: un Perseo que me libere de mi Medusa particular que me tiene petrificada. O un Ulises que llegue a Ítaca y rompa de una vez este maldito tapiz que tejo y tejo y que nunca se acaba...
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jueves, 25 de febrero de 2010

El infausto Príncipe Azul

Cuánto daño le ha hecho a las mujeres de mi generación la incierta y difusa figura del Príncipe Azul. Ese individuo lejano, que aparecía al final del drama y salvaba a la indefensa criatura de todos sus males. A partir de ese punto, ya sabías que estabas a salvo. Habías llegado a Ítaca y sólo restaba comer perdices hasta morir de felicidad.
Las mujeres de esos cuentos sólo tenían una virtud: la de su magnífica belleza. Y eso les daba derecho a cualquier parabien que se terciara. No importaba que fueran lerdas, incultas o zafias, mientras no se les notara. Era suficiente con ser mujer escaparate... Y sólo desde ese púlpito recibirían la recompensa más deseada: un Príncipe Azul en exclusividad y de por vida.

El problema es que nos llenaron el subconsciente de esas ideas, y, aunque uno crea que es capaz de racionalizarlas, si te las inculcan de tan chiquitina, cuesta extirparlas por completo. Y siempre queda un rinconcito para Él. Para soñar con él y con una vida de felicidad. Por supuesto, cada una tenemos una idea de cómo será nuestro Príncipe, faltaría más!

Y cuándo ese Príncipe se materializa, empiezan las discordancias. Ese hombre perfecto, magnífico y lleno de promesas de felicidad... resulta que es humano. Y tiene flatulencias. Dónde coño está escrito que un Prínicpe Azul haga semejantes ordinarieces?? A ver, premio para el que encuentre la referencia.
Y empiezan a pasar cosas que van alejando tu concepto de la realidad. Y cada paso que dan alejándose te sume más y más en la desesperación. Esto no era lo que te esperabas...

Y una vez aclarado ese punto (el de que tu Príncipe Azul es más bien tirando a paje y de un tono gris marengo), ¿cómo sigues adelante con tu vida?. La has construido sobre una roca que resulta ser barro. Así que toca empezar de nuevo con otra base de partida:

Hay mujeres que piensan que en realidad ese mamarracho que tienen al lado no es su Príncipe Azul y lo dejan para seguir buscando de nuevo. Eternas Lolitas ajadas que nunca alcanzan la felicidad.
Las hay que se resignan con lo que tienen e intentan adaptar su realidad a sus sueños, sin saber que son hormas diferentes y que siempre harán rozadura.
Las hay que optan por la soledad, consciente y buscada, y sin embargo igual de amarga sólo que a sorbos más pequeños.
Las hay que consiguen vivir su sueño y creen que el hombre que las acompaña es realmente aquel con el que siempre soñaron. Llamadme desconfiada, pero no me fío un pelo de la salud mental de estas últimas...

¿Cuál es la mejor solución? Pues yo no la tengo. Sólo un ruego: quemen todos los cuentos de Princesas y Príncipes Azules. ¿Cuántas generaciones más de mujeres queremos que sigan acumulando sueños y decepciones a partes iguales?
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domingo, 21 de febrero de 2010

Going Home

Hay ocasiones en las que tienes la sensación de "haber vuelto a casa". Esa sensación no está relacionada en absoluto con un lugar físico, sino con cómo te sientes. Es un estado absolutamente maravilloso, en el que las cosas están donde tienen que estar y tú te encuentras tranquilo, seguro, cómodo. Como si toda tu vida y las cosas que te han pasado te llevarán a ese punto Omega. Eres feliz, absoluta e irremediablemente.
Pues bien, ayer experimenté esa sensación durante cerca de una hora. Una maravillosa hora que exprimí con una necesidad irracional, que no están los tiempos para desaprovechar oportunidades de ser feliz...

Lamentablemente, acabó. Y me temo que los puentes que me llevan a ese hogar hace tiempo que no son transitables. El de ayer fue un regalo excepcional al que aún ahora no acabo de renunciar. Pero voy a tener que abrir los ojos. Y seguir haciendo mi camino con la vana esperanza de volver a encontrar mi Ítaca...
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viernes, 5 de febrero de 2010

Tan malo es ser mediocre?

Hoy he tenido una charla de esas en las que no consigo explicarme. El motivo es bien fácil: llevo tanto tiempo intentando que mis relaciones sociales sean placenteras y agradables, que me cuesta un montón llevar la contraria. Los motivos que pretendo defender están dentro de mí, pero de alguna forma, se resisten a materializarse, cómo si dejara que los demás expusieron los hechos y yo acabara balbuceando excusas inconexas y poco elaboradas. Me falta práctica dialéctica a cascoporro.

Así que aunque no lo parezca, cuándo inicio una discusión (en el buen sentido), acostumbro a tener motivos para hacerla que me rondan la cabeza (a veces sin ser consciente). Quizá debería razonar para mí las cosas antes de sacarlas fuera. Que ya me toca aprender a hacerlo, coño!

La discusión giraba alrededor de si ser mediocre es bueno o malo, y si alejarse a los extremos de la campana de Gauss supone llevar asociado una patología.

No puedo hablar por nadie que no sea yo, así que vaya por delante que hablo por mí y mis circunstancias... Me gusta ser mediocre. Estar en esa nube indefinida de normalidad. Tener mis momentos de originalidad y mis extremos, por supuesto, pero no estar permanentemente en ellos. Necesito sentirme acompañada de gente que piensa como yo, siente como yo y vive como yo. Ser único es una carga muy pesada que siempre acaba pasando cuentas. Aunque a simple vista no lo parezca, vivir con alguien único es agotador. Y aunque la convivencia te enriquezca, pierdes muchas cosas. Entre ellas tu derecho a llevar una vida normal. Pero oye, que si te gusta, estupendo!

Me gusta pensar que me equivoco más a menudo de lo que debiera, y que me arrepiento de muchas cosas (íncluso empiezo a pensar si no será mejor arrepentirse de lo que has hecho). Mis errores me ayudan a mejorar, aunque muy despacito. Y aunque estoy razonablemente segura de mí misma, en ocasiones me replanteo las cosas intentando encontrar esos momentos en los que no tomé la decisión correcta.

Partece chulo tener una vida excepcional, única, trascender más allá de tu época y dejar una huella indeleble, pero ante todo, soy un ser social. Y eso hace que prefiera disfrutar a las pequeñas cosas de la vida que vivir una experiencia trascendental. Con todos los inconvenientes que ello suponga.

Aunque claro, que sería de mi mediocre vida sin esos extremos que me centran? :)
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domingo, 31 de enero de 2010

Melancolía invernal

Según el RAE, melancolía se define como:

Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada

Hoy me siento melancólica... Estoy intentando encontrar esas causas físicas o morales que me provocan ese sentimiento, pero no las acabo de encontrar. No hay nada esta mañana que sea diferente de ayer por la noche. Me he puesto música aleatoria y está sonando "Total Eclipse of the heart". Muy adecuada en este momento. Mientras sigo buceando en mí misma como un monstruo egocéntrico tendré que pensar en cómo salir de esta y rapidito. Que la vida son dos días y la melancolía no ayuda.
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miércoles, 20 de enero de 2010

Dependencias y lastres

Siempre he odiado las dependencias y obligaciones. Hasta extremos ridículos... he llegado a desapuntarme de cursos a los que asistía y que me gustaban mucho sólo porque me fastidiaba el tener compromisos fijos a horas determinadas algunos días.
Y esa manía no se me pasa con los años. Sigue estando ahí, calladita porque ahora tengo responsabilidades personales que no la dejan hablar. Y como tonta no es, espera su momento.

Y el momento llegó hace poco. Ocurrió un hecho que, como las magdalenas, me transportó a otra época. El hecho en sí fue grato... hasta que poco después esa maldita voz salió de nuevo para demostrarme que, a pesar de los años, seguía teniendo una dependencia que había olvidado.

Y aquí estoy intentando racionalizar si es cierto o no, cuándo sé perfectamente que existe y tiene el tamaño de un autobús... pero de los de dos pisos.

Y que queréis que os diga. Me jode...
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SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.