viernes, 19 de diciembre de 2008

I need a hero...

NO TE SALVES .

No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora ni nunca.
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No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.
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Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el jubilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti.
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jueves, 18 de diciembre de 2008

Rayas y desamores

En ese estado de profunda meditación que antecede al sueño, y del que ya he hablado en otras ocasiones, vino a mí un recuerdo antiguo y profundo. De aquellos irremediablemente ligados a intensas emociones que hacen que mi corazón se acelere al ritmo de una lambada.

En este caso era un recuerdo triste, no por lo que el recuerdo era en sí, sino por las sensaciones que provocó en mí.

Tenía yo un compañero de Universidad perfecto: guapo, alto, simpático, educado, de buena familia.Y además que me quería un montón...como amiga. Venía muchos sábados por la tarde a casa a estudiar conmigo, y mi madre estaba encantada con él. Me insistía en que ese chico me convenía, pero claro, el problema era que (aunque me hubiera encantado), él no tenía el interés en mí necesario para que aquello fuera más allá y se convirtiera en una relación. Para colmo de males, tenía una novia muy maja que me caía bastante bien.
Recuerdo una noche de sábado que quedamos varios amigos para cenar e ir de copas. Él, por supuesto, vino con su novia. Después de la noche de juerga, llegó el momento de la despedida. Charlamos un rato en la esquina de la calle Balmes con Londres, nos dimos un beso y ví como se alejaban ellos dos por la calle Londres mientras yo me quedaba allí sola... Su novia llevaba un jersey a rayas azules y blancas que se fijó en la memoria junto con aquella terrible y profunda sensación de soledad. Una voz dentro de mí me decía que era yo la que tendría que estar yendo hacia el coche con él, en vez de quedarme como un espantajo plantada en aquella esquina.

Han pasado quince años de aquel episodio, y no he olvidado aquel jersey a rayas...
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lunes, 15 de diciembre de 2008

Ya están aquí

Bueno, ya ha pasado un año y vuelven a hacer acto de presencia las Navidades. No sé qué extraño mecanismo se pone en marcha a partir del puente de la Purísma, pero el caso es que mis biorritmos empiezan a bajar en picado hacia las profundidades insoslayables de la más profunda tristeza... y no remontan hasta el 7 de enero.

Dicho en plata: no soporto las Navidades. Tienen un desagradable efecto en mi ánimo que no me apetece sufrir, y sin embargo tengo que pasar por ello un año detrás de otro. Y no es porque tenga alguna pérdida que lamentar, ni porque quede más snob que no te gusten las Navidades. Desde que tengo uso de razón, he tenido esos mismos sentimientos. Incluso recuerdo un día de Navidad del año 88; estaba en la cocina de casa de mis padres, tomando un café... miré el reloj y tuve la sensación de que el tiempo se congelaba, no avanzaba. Entonces me dije a mí misma: ¿cómo estarás el día de Navidad de dentro de diez años?

Lo cierto es que el año 98 no pensé en aquella escena, la recordé después. Pero la respuesta hubiera sido: estarás jodida, como siempre...
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SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.