viernes, 13 de junio de 2014

Que tinguem sort

Tenía esto tan olvidado que hasta hace apenas una semana ni recordaba que alguna vez escribí aquí. Al volver a leer mis entradas me he dado cuenta que el motivo por el que empecé este blog ya no existe. La profunda soledad que sentía y la necesidad de compartir mis pensamientos con alguien (aunque fuera una pantalla de ordenador), ya ha pasado a formar parte de otra vida, a la que no espero volver. Y aunque le tenga un cariño infinito por todo el bien que me hizo, me siento en la necesidad de dejarlo aquí.

Con este blog se acaba una de mis vidas y empieza otra, que coincide en el tiempo con la fecha de mi último post. Nuevos proyectos me llaman, nuevas gentes y ganas de seguir haciendo camino hacia mi Itaca personal, esperando tardar mucho en llegar.






viernes, 4 de enero de 2013

Y ahora qué?

Llevo más de seis meses sin escribir una línea aquí. Por supuesto hay un motivo, pero no es el momento todavía de hablar de ello.
En breve retomaré este espacio con nuevas ideas, nuevos retos y, en definitiva, una nueva vida que reflejar en palabras.
El objetivo es convertir los suspiros en algo menos etéreo. Es un objetivo ambicioso.
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martes, 12 de junio de 2012

El inquietante círculo rojo

 

Procastineando en Facebook, saltando de un lado a otro he llegado a una foto que ha captado mi atención instantáneamente.
Ese círculo rojo, de algún tipo de esmalte, me ha traído a la memoria un recuerdo profundamente triste. Lo más curioso de todo es que he sentido angustia y tristeza al verlo, pero no he sido capaz de recuperar el recuerdo original que me provoca esas sensaciones. Lo vislumbro entre brumas: es una casa sombría, hay esmaltes rojos, un olor característico para mí pero difícilmente definible y esa tristeza infinita que todo lo invade. Calculo que debe hacer al menos 30 años de ese recuerdo escondido que se niega a salir a la superfície. Voy a dejar de intentar recuperar y a intentar separar mi vista de ese inquietante círculo rojo...
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miércoles, 6 de junio de 2012

Hubo un tiempo en el que creía en dragones...

Hubo un tiempo en el que creía en dragones. Entonces era todo más fácil. Tengo un cansino sentido de la justicia, pero con minúscula, de la que Richard Gere habla en "Las dos caras de la verdad":

"El primer día en la facultad de Derecho, el profesor nos dijo dos cosas: de hoy en adelante cuándo sus madres les digan que les quieren pidan una segunda opinión. Y si desean justicia, vayan a un burdel pero, eso sí: si quieren que les jodan, vayan a los tribunales".

Quizá para eliminar posibles disquisiciones morales, en vez de justicia debería hablar de equilibrio. Me gusta... necesito pensar que todo tiende a equilibrarse con el tiempo, que si alguien hace algo malo, tarde o temprano acaba pagando por ello y que las buenas acciones no quedan sin recompensa. Todo eso era muy fácil cuándo creía en dragones... Porque hacía que el tiempo fuera infinito para cada uno de nosotros. Para pagar y para recibir. Sólo era cuestión de tiempo pero el equilibrio llegaba, perfecto, absoluto.

Y entonces, un buen día, dejé de creer en dragones. Y el tiempo se hizo breve, limitado. No había posibilidad de redención ni de castigo. Había que vivir con las cartas que te había tocado y aceptar el hecho de que el equilibrio era un utopía irrealizable. Mi mundo se volvió considerablemente más hostil, inestable e impredecible...

Así que decidí simplificar las cosas: desde entonces evito en la medida de lo posible leer libros o ver películas cuyo argumento incluya esos desequilibrios que tanto me alteran. La realidad ya es suficientemente inestable como para adornarla con ficción violenta, dramática o, sencillamente, triste.

Y aunque pueda parecer una postura naïf, es sólo cuestión de supervivencia...
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viernes, 25 de mayo de 2012

Necedades y cambio


Tenemos la sensación de que las cosas son cómo son y lo serán así siempre. A pesar de ser conscientes de que el cambio existe, no acostumbramos a interiorizarlo y a integrarlo en nuestras vidas.
Cuándo miramos hacia adelante, siempre lo hacemos manteniendo nuestra vida cómo está con pequeños cambios previsibles y, sobretodo, controlados:  una semana (o quincena, o mes) de vacaciones que rompa la rutina, un cambio en el mobiliario de casa, un nuevo curso (hobby, libro) que suponga un reajuste de horarios.

Y así vivimos sin sobresaltos, pasando un día tras otro en una estructura férreamente controlada de rutina más o menos cómoda. Supongo que eso nos da seguridad y nos permite un cierto grado de control. O una ilusión de que controlamos las cosas…

Pero la vida te puede cambiar en un minuto. O en un segundo. En un instante y cuándo menos te lo esperas, todo aquello que dabas por sentado puede adquirir un nuevo matiz, una nueva dimensión. Puede volverse brillante cómo la explosión de una supernova, o oscura y profundamente triste. No importa lo seguro que estés de la estabilidad de lo que te rodea. El material más duro puede romperse si se utiliza la frecuencia adecuada.

Vivir con esa incertidumbre no es fácil. Hay que asumir que el cambio forma parte de nuestras vidas y que pretender estabilidad eterna es de necios… Pero cuán necios podemos llegar a ser a veces!
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lunes, 19 de marzo de 2012

Recuerdos furtivos


Actualmente sólo sigo dos series americanas “on time”, es decir, más o menos al tiempo que se emiten en USA: “How I meet you mother” y “TheBig Bang Theory”.Este post va sobre la primera, y además inclye un spoiler del capítulo 17 de la 5ª temporada: si eres un ferviente seguidor y aún no lo has visto, deja de leer inmediatamente o atente a las circunstancias. Ya sé que podría haber esperado un poco a escribirlo, cuándo el capítulo llevara un par de meses emitido… Pero es ahora cuándo me apetece escribir sobre ello, y hay que aprovechar la visita de las esquivas musas.

Por poner en antecedentes a los que no siguen la serie: un joven arquitecto (Ted) se enamora de una joven y bella locutora de TV (Robin). Salen un par de años y lo dejan porque sus visiones de la vida son muy dispares. Siguen siendo amigos y comparten apartamento durante cinco años más. En el capítulo 17 de la 5ª temporada, Robin corta con su novio actual y Ted decide que la sigue queriendo y le pide que vuelvan… Robin duda, lo piensa y al final le dice claramente que no le quiere (al menos no cómo debiera). Un amigo común (Marshall) le pide a Robin que se mude de apartamento por el bien de Ted; mientras viva con él, seguirá pendiente de ella.

Después de eso, se ve una escena del capítulo con música (triste) de fondo, en la que Ted está en la azotea del edificio (es de noche), pensando en todas los momentos que han pasado juntos… Mientras Robin empaqueta sus cosas en la habitación. La escena acaba con Ted mirando cómo ella sale por la puerta del apartamento con sus cosas.

Dicen que estamos protegidos contra el dolor físico, de forma que no podemos recordarlo. Por mucho que algo te haya dolido (la rotura de un hueso, un parto, una piedra en el riñón), una vez ha dejado de dolerte ya no eres capaz de recordar la sensación exacta. Recuerdas que fue muy intensa, pero no el dolor en sí. Pues bien, no sucede lo mismo con el dolor emocional. Ese se puede recordar y volver a sentir en el momento más inesperado. Eso fue lo que me pasó a mí al ver cómo la puerta se cerraba tras Robin. Desconozco qué mecanismo me pudo llevar a ese punto, pero volví a sentir ese dolor profundo en el pecho que sientes cuándo alguien al que amas con locura se va de tu vida. Volvieron a mi memoria esos momentos en los que me rompieron el corazón (pocos, ciertamente, pero muy intensos) y volví a sentirme profundamente sola. La desesperación volvió metálica mi saliva y un nudo en el estómago hizo que me costara respirar.

Sentí de nuevo, en todo su esplendor, esa sensación de que todo tu mundo se desmorona bajo tus pies y no hay nada a lo que puedas cogerte para evitar la caída en un pozo sin fin. Ese intento desesperado de que esa espalda que se aleja se dé la vuelta y sea todo un malentendido…

No duró demasiado, afortunadamente, pero me atacó a traición. Desconozco el motivo, y eso no me gusta. Saber el porqué ocurren las cosas ayuda mucho a que se puedas repetirlas o evitar que ocurran de nuevo. Y no quiero volver a sentirme así. Ni aunque sólo sea por el recuerdo furtivo de alguien que está ya muy lejos de mi vida. ¿Cuántas noches hacen falta?
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martes, 14 de febrero de 2012

Madalenas y tiempos perdidos

Llevo una temporada con la sensación de estar en la cresta de la ola… Esa extraña sensación en el estómago de que el tiempo pasa muy rápido y tú vas subiendo y en cualquier momento empezará la bajada. Por supuesto, tengo clarísimo que es algo puramente circunstancial y ligado al parón en la UOC. Eso hace que tenga más tiempo libre y se me ocurren mil ideas para ocuparlo. La consecuencia directa es que no sólo dejo de tener tiempo libre, sino que voy mucho más estresada que cuándo “sólo” tengo que estudiar y hacer trabajos…


El parón de este semestre me ha permitido descubrir el fascinante mundo de las madalenas, de las que dejo una muestra.  El problema de hacer madalenas e ir experimentando con las diferentes recetas (tengo que confesar que he acabado, cómo no podía ser de otra forma, haciendo un excel: es mucho más fácil trabajar con % relativos de ingredientes respecto a la harina, que ir haciendo pruebas maguferas a ver si suena la flauta), es que en casa me han prohibido que las haga en una temporada. Y en casa de mi madre también… Al parecer, tanta madalena ha tenido un efecto inmediato en el peso de los usuarios y ahora se me quejan .
Cómo no podía bajar del carro (eso debe ser lo que sienten los adictos a la fama), las he acabado haciendo para los compañeros del trabajo, o para las partidas de rol con amigos. Pero esto tiene que parar, claramente. En un par de semanas empieza el nuevo semestre y no voy a poder seguir dedicándome a estos menesteres culinarios.

El otro día me preguntaba una amiga: “Y no puedes, sencillamente, descansar hasta el comienzo del nuevo curso?”. Ja! De eso nada… Si paras, luego te cuesta un montón arrancar. Además, arrancar y parar es de pobres.

Así que esta tarde le prepararé una hornada de madalenas sin canela a mi hermana, que está enferma en casa con anginas y me las ha pedido. Y sí, es ciertísimo que me las ha pedido ella… aunque quizá yo le haya sugerido que le irían bien para pasar el mal trago.

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SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.