jueves, 19 de febrero de 2009

Ain't no sunshine

Me encanta la canción que empieza así. Y también me gusta la película en la que la oí por primera vez y lo que ocurría mientras sonaba. Se trata de "Nothing Hill", y utilizan la canción para representar el trascurso de un año desde que la chica deja al chico... Lo hacen mediante un paseo por el mercado que empieza por una punta en verano, va avanzando con el paseo hacia otoño, invierno, primavera, y cuándo sale del mercado vuelve a ser verano y ha transcurrido un año.

Hay ocasiones en las que me gustaría poder hacer un paseo de cinco minutos para mí y durante el que transcurriese un año para el resto de los mortales...
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domingo, 8 de febrero de 2009

De Profundis

A veces tengo la sensación de estar en una cárcel, y utilizar este blog como una colección de cartas hacía un incierto exterior, con la esperanza no de que me lean, sino de conjurar en la escritura esos fantasmas que todos tenemos y que nos atenazan en las noches oscuras.
Ayer fue una de esas noches... nunca sé cuándo se esconde la luna para mí; de repente soy consciente de que ha ocurrido y ya no se puede hacer nada más que esperar a que acabe la noche y salga el sol de nuevo.

Esas penumbras me hacen pensar, y mucho. Pensé en intensidades... desde que la enfermedad de Sara tiene nombre, mi vida ha ganado en intensidad. Los retos que se me presentan son inmensos, y me generan una ansiedad que jamás pensé que pudiera sentir. Las batallas son a vida o muerte, los fracasos profundos pozos de desesperación y las victorias... No puedo expresar lo que siento cuándo conseguimos ganar un palmo de terreno a esa maldita ladrona que tiene capturada a mi hija.

Mi vida se ha vuelto muy intensa, sí. Pero la prefería cuándo era más anodina. Por muy dulce que sea la victoria, el camino que lleva a ella se hace muy cuesta arriba.
Si pudiera elegir, preferiría subir mil veces el Tibidabo que una sola vez el Everest. Quizá me falte carácter...
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martes, 3 de febrero de 2009

Mi Maldito Deseo

Esta entrada de año me ha pillado con pocas ganas de escribir. Veo que hace un montón que no pongo cuatro líneas seguidas... Y no será porque no tenga cosas que decir, no. De esas tengo un puñao. Es sólo que no encuentro el momento ni el sentimiento para hacerlo.

Llevo unos días dándole vueltas a mis deseos. A lo largo de estos años de existencia he tenido todo tipo de deseos: irrefrenables, imposibles, inevitables, inexcusables... Pero sólo uno de ellos me ha permanecido fiel durante todas mis vidas. Sigue ahí, esperando a que llegue el momento de morir y convertirse en una realidad. A veces se hace chiquito, y casi no le oigo. En otras ocasiones, me grita y me impide oir otra cosa que su vozarrona atronadora... pero siempre está conmigo.

Creo que lo recuerdo desde el mismo instante que me recuerdo a mí misma. De alguna manera, creo que fue anterior a mi consciencia (que no conciencia), como si estuviera escrito en mi código genético. Y ha perseverado en su cruel intención de no destruirse para mi completa satisfacción. Hace unos pocos años creí que le había vencido y había acabado con él. Vana ilusión la mía: reapareció con más fuerza que nunca para devorarme las entrañas como tanto le gusta hacer. Y aquí sigue, apoltronado en mis recodos, agotando mis reservas poco a poco... Hay ocasiones en las que creo que ganará él convirtiéndose en el Deseo Incumplido. Otras veces creo que la victoria me corresponde: por blasones y, porqué no, ¡por mis cojones!

Mientras escribo esto, noto como se asoma a la pantalla del ordenador y se ríe de mí el muy asqueroso. Está tan seguro de sí mismo que me gustaría aplastarlo contra esa misma pantalla que refleja su desagradable rostro.

Y a pesar de todo sigue ahí: mi irreductible, irrefrenable, inamovible e imposible deseo de tener una vida normal...
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SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.