miércoles, 23 de diciembre de 2009

En órbita

No sé que me pasa últimamente, que tengo la sensación de estar en órbita alrededor de mí misma.
Extraño, pero real. Cómo una de esas experiencias trascendentales en las que estás a punto de morir y sales de tu cuerpo y lo ves todo desde fuera... Sólo que sin un túnel y una luz al final.
Y allí estoy yo, viéndome a mí y mis circunstancias desde fuera. No es una sensación agradable, aunque lo pudiera parecer. Orbitar no es más que dar vueltas alrededor de algo y eso, a priori, no parece que te lleve a ningún sitio.

Creo que estoy así desde que volví de la RAM. Unas jornadas de inmersión en un mundo ajeno totalmente a mis circunstancias han conseguido que me despegara cual tirita de mi piel, y ahora ando descolocada dando vueltas alrededor de la herida a ver si consigo anclarme a un punto fijo.

Lo que más me jode es que esto me pase cuándo está a punto de acabar el año. No me gusta hacer reflexiones en general, pero aún menos en fechas señaladas. Me condiciona demasiado, a mí y a mis hormonas que están misteriosamente calladas y me dan muy mala espina...

Lo bueno de orbitar alrededor de uno es que es una ocasión magnífica para ver las cosas desde fuera y sorprenderte de cuan gilipollas puedes ser en ocasiones. Y eso es bueno porque es el primer paso para cambiarlo. Supongo...

Lo malo es esa sensación de "día de la marmota", en la que das vueltas una y otra vez a lo mismo, sin principio ni fin, y sin esperanza de romper el círculo vicioso.

Tendré que dar un manotazo en la mesa a ver si consigo estrellarme cual meteorito conmigo misma y de la colisión sale algo de provecho. Que ya empiezo a tener una edad como para dejar de llevar trenzas virtuales, coño!
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martes, 15 de diciembre de 2009

Acurrucadita

Primero, fue esa sensación extraña de que las cosas están desenfocadas. No es que lo estén realmente, pero tú las sientes cómo si lo estuvieran... Y eso hace que estés desubicado, frunciendo las pestañas a ver si consigues que las cosas recuperen su lucidez habitual.
Segundo, la lectura de una entrada del blog de Nur. Una entrada llena de esperanza y magníficas expectativas, con una canción para aderezarla: To France (Mike Oldfield)... que ha tenido la virtud de retrotraerme a un pasado lejanísimo y a estas alturas totalmente ajeno a mí. Un pasado de dolor y frustación que no tengo ganas de revisionar.
Tercero, mi búsqueda de poesía para serenar mi desazón interior en el blog de Torra... Hasta leer una entrada en prosa relativa a volver a vivir una y otra vez lo mismo, en diferentes vidas. No way; con una tengo bastante...
Cuarto, es dónde estoy ahora, en mi cuarto, acurrucadita. Y si me lo permiten, voy a replegarme sobre mí misma, voy a apagar el mundo y sólo dejaré de fondo algo de música. Dudo entre Brothers in Arms de Dire Straits o Cadillac Solitario de Loquillo. Hasta ese punto estoy desubicada...
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jueves, 3 de diciembre de 2009

Curvas y bisectrices

Hace ya un par de semanas decidí cambiar mi ruta habitual para ir a trabajar. Estaba cansada de las largas colas de acceso a Barcelona por autopista. Con una periodicidad demasiado elevada se producían averías o accidentes que acababan convirtiendo un trayecto de 25 minutos en una larga procesión de una hora...Así que he empezado a utilizar un camino alternativo que supone atravesar Collserola por la carretera de la Arrabassada, empezar el día entre bosques hace que las cosas se vean con otra perspectiva. Además, esta ha sido la carretera que más veces he recorrido, más de 1.000 viajes para llegar a mi objetivo durante estos últimos años...
L'Arrabassada es una carretera llena de curvas tras cada una de las cuales puedes encontrar una sorpresa emocionante o acojonante (en alguna ocasión me he encontrado un jabalí despistado jugándose su vida y la mía), aunque las últimas son las menos, Deo gratias.
Hoy, vaya usted a saber porqué, quizá por el Diazepam que me han recetado para relajar mi maltrecha mandíbula, he vislumbrado muchas más historias tras esas curvas que ya forman parte de mi historia y de mis varias vidas...

Existe un punto de la carretera, justo después de la bifurcación hacia el Tibidado, en el que instalaron años ha un mirador. La vista desde la carretera sobre Barcelona es difícilmente superable... Se ve toda la ciudad, desde el castillo de Montjuic hasta las chimeneas de Sant Andreu: majestuosa Barcelona dormida a mis pies. A las horas a las que paso por la mañana (horas a las que me acostaba en otras vidas), empieza a amanacer; el cielo se maquilla de colores increibles que consiguen que mi espíritu se serene (léase sin ningún tipo de connotación religiosa).

Hoy además, al girar una curva, me he encontrado con la luna que se erguía magnífica. Apenas la he vislumbrado ya que debo mantener la vista, en la medida de lo posible, en la carretera, pero me ha parecido que era luna llena. Redonda, blanquísima, apenas oculta por una nube traslúcida. No sé que extraño mecanismo mental me ha llevado a recordar otras madrugadas, muchos años hace de ellas, en las que esa misma luna iluminaba mis locuras juveniles. Noches de fiesta descontroladas, música, alcohol, amigos y la sensación de estar en la cima del mundo, inmune a cualquier peligro. Saberse seguro de que tu vida es sólo tuya y vas a hacer con ella lo que quieras... ¿En qué momento te das cuenta de que no vas a conseguirlo? ¿En qué punto te resignas con lo que tienes y dejas de creer que tu vida va a ser lo que quieres y no lo que te encuentras? Eso me ha hecho recordar una canción de aquella época que no puedo dejar de postear:

http://www.youtube.com/watch?v=n7CuJ8cR9sg

Y ahora, a trabajar en mi aburrido trabajo de 08:00 a 15:00, y las tardes desde casa. Y a pensar en la lista de la compra y en las visitas a los médicos y en todas esas cosas que se aferran a tu día a día y van recortando, poquito a poco tus sueños...
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viernes, 27 de noviembre de 2009

Sin pausa pero con prisa

Así es exactamente cómo me he sentido esta última semana. No es que antes fuera mucho mejor, no... Pero de alguna forma esta semana se han precipitado un montón de mezclas en el fondo de la probeta, haciendo que me faltara el aire en más de una ocasión.
Aparte de las salidas nocturnas, (reflexión: o dejo de salir de noche o me vuelvo vampiro, para no tener que dormir), la casa se me ha inundado de terapeutas, educadores y asistentes sociales. Todos han decidido que esta semana era la idónea para hacer entrevistas, observaciones y reuniones. Hemos llegado a ser 11 personas en casa repartidas por las diferentes habitaciones con un nexo de unión: yo misma... Si calculamos que cada una de esas 10 personas pueda necesitar algo digamos cada media hora, sale a una pregunta cada tres minutos. Qué manera de ir de arriba a abajo...

También ha habido historias agridulces. Por ejemplo, la organización de la cena de Navidad de la empresa. Por una encerrona de las habituales, me ha vuelto a tocar organizarla a mí. Tras los diferentes EREs, la cena de Navidad de la empresa se había convertido en una excusa perfecta para ver a los amigos ex-compañeros de trabajo que a duras penas ves. Era una garantía de que, al menos una vez al año, nos veíamos... Pues este año parece que para algunos ya no era tan importante que nos viéramos. Después de pasarme una semana persiguiendo a la gente (ahora sí que vengo, ahora creo que no porque a lo mejor me sale una cosa y no puedo, etc), se me han inflado las pelotas (con perdón) y he renunciado a participar en este dislate.

Me duele en el alma que lo que una vez fue una cita ineludible y muy esperada por todos, se haya convertido en una obligación más para la que buscar una excusa para no asistir. Pero no tiene ningún sentido hacer esfuerzos por nadie cuándo son unidireccionales. Tengo mucha más gente a la que cuidar y que además de dejarse, me pone las cosas fáciles.

Pero siempre me ha creado una profunda desazón cerrar una época, y eso es lo que me temo que ha pasado. Siempre nos quedará París. O tal vez no.
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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Fragilidades

Es curioso como construimos los pilares de nuestra vida. En ocasiones los pilares son firmes como rocas, columnas sólidamente asentadas en una base de hierro... Y de allí no se mueven, oiga usted.
Pero en ocasiones aparecen pilares chiquitines, sin apenas darnos cuenta, que se apoyan dónde buenamente pueden y se quedan allí a esperar que cargues. Y algunos hacen extraordinariamente bien su función. Tanto que se convierten en pilares imprescindibles para sostener la poca cordura que los embites que recibes te va dejando.

Hoy me han arrancado, sin previo aviso, uno de esos pilares. Malditas víboras deslenguadas. Que el cielo las confunda.

Hoy estoy un poco más sola.
Hoy me siento mucho más frágil.
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martes, 10 de noviembre de 2009

I have a dream

Esta noche he tenido un sueño, extraño y maravilloso. Pero apenas un sueño.
En él, mi hija se dirigía a mí y me hablaba. Por primera vez oía su voz de niña. Recuerdo que en el sueño no podía parar de llorar de alegría. Tenía una vocecita preciosa, y con ella me hablaba y me explicaba cosas: su color favorito, la comida que más le gustaba y lo que le apetecía hacer en ese momento.

Dicen que algunos sueños se hacen realidad...
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martes, 3 de noviembre de 2009

Y ésta tampoco promete...

... Pues siguiendo en la línea de la semana anterior, ésta también ha empezado mal. Tres planes, tres se me fueron al garete el lunes, aunque pude recuperar uno.

Por si fuera poco, hoy me he cansado de que la VISA me vaya denegando todos los pagos que he hecho de una semana a esta parte y he llamado al "banco". No diré nombres no sea que la cosa empeore...
Y van y me cuentan que vieron un movimiento sospechoso (al parecer de 0,07 euros, vamos, siete céntimos de euro) y decidieron hacer un bloqueo preventivo de mi tarjeta. Hasta ahí, acepto pulpo como animal de compañía... Pero lo que no hicieron fue avisarme de que me la habían bloqueado. Y yo venga a pagar con la tarjeta y venga a denegármela. Y venga a mirar si quedaba saldo, y venga a poner cara de circunstancias y dar otra tarjeta, cruzando los dedos.
Finalmente hoy me han dado la información (porque he llamado yo) y ahora me toca renovación de tarjeta (que pagaré yo) y esperar cuatro días sin VISA, que contando el fin de semana por medio, van a ser cómo siete días por lo menos.

Y qué queréis que os diga... Yo sin VISA como que soy menos persona. Así de triste.
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SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.