sábado, 24 de octubre de 2009

Cosas que nunca aprendo

Uno piensa en su infinita ignorancia que aunque no lo sepa todo, hay cosas que las tiene dominadas, vamos, que poco más puede aprender al respecto.
Por suerte, es cuestión de tiempo que algo o alguien te ponga en tu sitio y te haga darte cuenta de lo simple que uno puede llegar a ser.
Me precio de ser una buena conocedora de las personas y un ser esencialmente social; casi hago mi bandera de ello. En ocasiones pienso: si, ese tiene una carrera profesional de la hostia, o aquel es un profundo conocedor de las ecuaciones de Maxwell, las sinfonías de Beethoven, o el ritual circunspecto de los titis a la hora de aparearse... Pues lo mío es socializar. ¿Qué pasa?
Y cuándo estoy a punto de crecerme tanto que me veo dándome con la frente en el quicio de la puerta, va y me enfrento a una situación de esas que te dejan, no ya descolocada, sino teletransportada a trozos, de forma que no ubicas ni dónde tienes la cabeza ni dónde los pies.

Uno piensa en su infinita ignorancia, que los buenos amigos son aquellos que te acompañan en tu experiencia vital; en todas y cada una de las vidas por las que vamos transitando. Algunas con pena, otras con gloria, y la mayoría con una combinación agridulce de ambas. Parece que esos amigos maravillosos (que los hay, desde aquí os digo que os quiero mucho y siempre, aunque no os trate ni mucho menos como os merecéis), son los únicos ciertos... Los que han sido, son y serán, y tiene tendencia a menospreciar a las visitas inesperadas, cómo si el tiempo fuera una magnitud en una sola dirección, cuándo en realidad el tiempo es esférico.

De una temporada a esta parte, estoy conociendo a gente maravillosa, y me sorprendo a mí misma sintiéndome mucho más cerca de ellos de lo que cabría esperar en esa concepción lineal de las cosas que hasta ahora había sido mi devenir social. Ahí está el historiador metido a topógrafo, la enfermera del metal, la chica estupenda y Mr. "Go Me". Todos ellos de una rotundidad absoluta en su unicidad, y que me hacen feliz. Sin más y cada uno en su estilo. No hay que olvidar tampoco al señor de las cervicales, o a la chica comprometida y maravillosa que me envía correos de mis cosas siempre que encuentra algo que me puede interesar. Y a mí especial Sr. Pecas. Cielo, si me lees, que sepas que no me merezco lo que me das, pero que te lo agradezco de todo corazón.

A todos vosotros, y a alguno más que me dejo, seguro, muchas gracias por estar ahí, y por hacerme ver lo tonta que puedo llegar a ser cuándo me pongo :)

Os quiero!
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5 comentarios:

Imperator dijo...

El sentimiento es mutuo.

Susana dijo...

:*

El historiador metido a topografo dijo...

Jo, mala persona, que estoy en la oficina y casi se me cae la lagrimita. Que uno tiene una fachada de tipo duro que defender :)


El otro día, volviendo a casa desde la partida, me acordé de una frase que dijo Vicky sobre el hecho de que en las grandes reuniones mensicas no solemos tener oportunidad de hablar. Y la verdad es que me sorprendí descurbiendo que casi me mola más ese ratito que pasamos antes de la partida que la partida en sí mismo... y me sorprendí porque la partida me está molando bastante :D

Susana dijo...

Mala persona? Tú lo que pasa es que eres un vago del copón!! Qué es eso de mirar blogs en horas de trabajo??? :)
Menos mal que este sábado tenemos un ratito de los nuestros y luego una partida :D

Anónimo dijo...

Besos, Pecas.
Te sigo en la distancia.
PKs

SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.