Hay épocas en que las cosas van a su ritmo; con un poco de organización y unas mínimas ganas de que las cosas funcionen, vas tirando...
Y en cambio, otras veces parece que el Universo en masa haya decidido hacerte diana de sus atenciones (sí, lo sé, un poco egocéntrico el comentario... y antropocéntrico y misceláneo. Pero ya me entendéis ), y todo aquello que pudiera torcerse a tu alrededor empieza a girar sobre su eje de tal forma que no es que se tuerza, no, es que se retuerce cual columna salomónica hasta el supuesto capitel... Y digo supuesto porque no lo ves, de lejos que está.
Pues poco más o menos así me siento yo. Acaba de empezar el cole de los niños y, por hacerme la lista y querer ahorrar en la compra de los libros (y no ir al colegio a por ellos) resulta que tengo dos libros que no sirven, y que tengo que buscarme la vida para conseguirlos ya. Además, mis retoños nacieron todos la última semana de septiembre, así que me toca organizar no una, ni dos, ni tres, no, sino cuatro fiestas de cumpleaños: aparte de una para cada niños con sus amigos, toca la fiesta familiar para celebrarlos todos juntos con los abuelos. Vamos, que empiezo el 24 de septiembre jueves, y acabo el 27 de septiembre domingo, a razón de una fiesta por día.
Pensáis que eso es todo? Seguro que no habéis tenido en cuenta que además de organizar la fiesta hay que comprar regalos para los niños... Pues cuándo pensaba que había sido muy espabilada por comprar uno de los regalos a principios de mes (y así ganar tiempo), va el receptor del regalo y me dice que ha cambiado de opinión y que lo quiere de otro color... Y me da una explicación de lo más lógica y racional para la que no tengo argumentos.
Por otro lado, teníamos pensado reorganizar el jardín para que Sara tuviera un espacio en casa al aire libre. Está muchas horas en casa, trabajando, y nos pareció buena idea que trabajara al aire libre si el tiempo lo permitía... Y no se nos ocurrió otra cosa que empezar deprisa y corriendo la semana pasada con la esperanza de poder celebrar el cumpleaños de Sara, quince días después, en el nuevo y renovado jardín.
Y ahora tenemos toda la parte de terraza levantada, la mitad de los cipreses arrancados, la mesa y las sillas acojonadas en medio del jardín rodeadas por todos los desechos... Y pocas posibilidades de acabar a tiempo.
Como dice Imperator, esto es cómo cuándo el Tetris se vuelve loco...
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miércoles, 16 de septiembre de 2009
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Y ahora... ¿qué?
Bueno, pues se acabaron las vacaciones. Si tuviera que darles una nota, este año les pongo un 8/10. Tras un arduo trabajo de planificación y logística, y su correspondiente inversión monetaria, ha sido posible descansar bastante más de lo que pensaba. Largas horas al sol, en el mar o la piscina dejando pasar el tiempo intensamente... Los que apenas disponen de tiempo libre, entenderán a qué me refiero. A disfrutar de la intensidad de la nada...
Ese dilatamiento espacio-temporal del que ya habló algún físico en su momento (y que ahora no recuerdo, será que la memoria es selectiva y sólo recuerda lo importante e inmediato), me ha permitido dedicarme a mi gran pasión (retumbe de tambores): la lectura. Ya sé que queda snob leer en los tiempos que corren, pero es que una se educó en otra época, cuándo los colegios "decentes" no eran mixtos, y te enseñaban asignaturas de enjundia y necesidad absoluta como "labores" o "francés".
De los cinco libros que han caído este mes, tres me han parecido de una calidad remarcable. Son los que se corresponden con la trilogía "Tu rostro mañana" de Javier Marías. A pesar de no ser una lectura ligera, me ha contagiado de nuevo de esa fiebre que se apodera de tí cuándo un libro te engancha, y vas robando minutos perdidos para ir avanzando página a página. Con desesperación por avanzar y con desesperación porque ese avance hace que se acerque el final de la lectura...
Esta última semana de vacaciones que ya paso en mi refugio habitual la estoy utilizando para preparar la vuelta al cole y a la rutina de todos los años... Rutina que, indefectiblemente, echo de menos cuándo acaba agosto. Vaya usté a saber porqué. Llevo unos días de compras, gestiones, médicos y encargos que me están poniendo a punto para el estrés habitual.
Además, he empezado en un gimnasio nuevo. Me dí de baja en el de siempre y el día 1 de septiembre inicié mi andadura en un nuevo templo del culto al cuerpo. De momento no me convence demasiado, aunque lo atribuyo a que los sitios nuevos siempre te son extraños al principio. Nada está dónde te esperas, no existe aún esa familiaridad con el entorno que te hace sentir cómodo. Echo de menos mi gimnasio de siempre, pero le daré un tiempito al nuevo. 100 días de gracia, cómo a los papanatas que nos gobiernan (o lo pretenden).
También he hecho de nuevo el propósito de cada septiembre, pero esta vez va en serio, de verdad. Ya he dado el primer paso en ese sentido (y eso sí que es una novedad). He tomado la decisión de simplificar al máximo mi vida... Y estoy convencida de que lo lograré esta vez. El paso al que aludía antes es que he hablado con mi familia y les he hecho una propuesta: a partir de ya, no nos hacemos regalos más que en Navidad. Se han acabado los regalos para el cumpleaños, el santo, el día de la madre y el del berberecho salvaje. Haciendo un cálculo rápido, a 3 regalos por año considerando 12 personas, nos salen 36 regalos, más o menos uno cada 10 días. O sea, semana sí, semana no, ponte a pensar en algo original, novedoso, deseado y encuentra el tiempo para ir a comprarlo....
A partir de septiembre (y conste que lo hago el mes en el que en mi propia casa hay cinco cumpleaños y tres santos), sólo se hace un regalo por persona, bien chulo, en Navidad (excepción aparte de los niños, que no están para tonterías y se pasan el año contando los días para que llegue su cumpleaños).
Ah, y que sepáis que este año sí. Este año me toca ser feliz :)
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Ese dilatamiento espacio-temporal del que ya habló algún físico en su momento (y que ahora no recuerdo, será que la memoria es selectiva y sólo recuerda lo importante e inmediato), me ha permitido dedicarme a mi gran pasión (retumbe de tambores): la lectura. Ya sé que queda snob leer en los tiempos que corren, pero es que una se educó en otra época, cuándo los colegios "decentes" no eran mixtos, y te enseñaban asignaturas de enjundia y necesidad absoluta como "labores" o "francés".
De los cinco libros que han caído este mes, tres me han parecido de una calidad remarcable. Son los que se corresponden con la trilogía "Tu rostro mañana" de Javier Marías. A pesar de no ser una lectura ligera, me ha contagiado de nuevo de esa fiebre que se apodera de tí cuándo un libro te engancha, y vas robando minutos perdidos para ir avanzando página a página. Con desesperación por avanzar y con desesperación porque ese avance hace que se acerque el final de la lectura...
Esta última semana de vacaciones que ya paso en mi refugio habitual la estoy utilizando para preparar la vuelta al cole y a la rutina de todos los años... Rutina que, indefectiblemente, echo de menos cuándo acaba agosto. Vaya usté a saber porqué. Llevo unos días de compras, gestiones, médicos y encargos que me están poniendo a punto para el estrés habitual.
Además, he empezado en un gimnasio nuevo. Me dí de baja en el de siempre y el día 1 de septiembre inicié mi andadura en un nuevo templo del culto al cuerpo. De momento no me convence demasiado, aunque lo atribuyo a que los sitios nuevos siempre te son extraños al principio. Nada está dónde te esperas, no existe aún esa familiaridad con el entorno que te hace sentir cómodo. Echo de menos mi gimnasio de siempre, pero le daré un tiempito al nuevo. 100 días de gracia, cómo a los papanatas que nos gobiernan (o lo pretenden).
También he hecho de nuevo el propósito de cada septiembre, pero esta vez va en serio, de verdad. Ya he dado el primer paso en ese sentido (y eso sí que es una novedad). He tomado la decisión de simplificar al máximo mi vida... Y estoy convencida de que lo lograré esta vez. El paso al que aludía antes es que he hablado con mi familia y les he hecho una propuesta: a partir de ya, no nos hacemos regalos más que en Navidad. Se han acabado los regalos para el cumpleaños, el santo, el día de la madre y el del berberecho salvaje. Haciendo un cálculo rápido, a 3 regalos por año considerando 12 personas, nos salen 36 regalos, más o menos uno cada 10 días. O sea, semana sí, semana no, ponte a pensar en algo original, novedoso, deseado y encuentra el tiempo para ir a comprarlo....
A partir de septiembre (y conste que lo hago el mes en el que en mi propia casa hay cinco cumpleaños y tres santos), sólo se hace un regalo por persona, bien chulo, en Navidad (excepción aparte de los niños, que no están para tonterías y se pasan el año contando los días para que llegue su cumpleaños).
Ah, y que sepáis que este año sí. Este año me toca ser feliz :)
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miércoles, 17 de junio de 2009
Y el tiempo pasa...
... y sigo al rebufo de mis circunstancias. ¿Se pueden vivir varias vidas en una? Salto de un registro a otro con una agilidad que me sorprendería a mí misma si no fuera porque al cambiar olvido mis otras vidas.
¿Tendrá alguna utilidad vivir tantas vidas si no puedes interconectarlas y sumar experiencias? No sé porque ahora me ha venido a la cabeza una estrofa de una excelente canción de Pink Floyd, Wish you were here:
We're just two lost souls swimming in a fish bowl,
year after year,
Running over the same old ground. What have you found?
The same old fears.
Wish you were here.
Solo que las dos almas son mías...
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¿Tendrá alguna utilidad vivir tantas vidas si no puedes interconectarlas y sumar experiencias? No sé porque ahora me ha venido a la cabeza una estrofa de una excelente canción de Pink Floyd, Wish you were here:
We're just two lost souls swimming in a fish bowl,
year after year,
Running over the same old ground. What have you found?
The same old fears.
Wish you were here.
Solo que las dos almas son mías...
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lunes, 6 de abril de 2009
Cajón de sastre
Me ha dado por releer mis últimas entradas y me doy cuenta que este blog sólo tiene una parte de mí, la más oscura.
Quizá sea porque es la que nunca sale en mis reuniones sociales; nunca me ha gustado machacar a los amigos con mis problemas. En alguna ocasión los he contado, por supuesto, pero en general prefiero salir a pasar un buen rato y a hablar de cosas divertidas o interesantes.
Pero es que últimamente los problemas están creciendo a un ritmo que haría palidecer a cualquiera, así que no me queda más remedio que darles salida de algún modo, o sino me voy a convertir en una amargada a la que nadie invita a las fiestas. Bueno, amargura tengo para llenar tres trenes de mercancías, pero consigo que no salga pa´fuera.
Con lo fácil que sería tomar las riendas y dar un golpe de timón. ¿Porqué seré tan cobarde?
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martes, 24 de marzo de 2009
Conspiración?
Hay ocasiones en que parece que el mundo entero ha confabulado contra una. En esos momentos sólo puedo coger aire, cerrar los ojos, y esperar que pase rápido y sea indoloro... Aunque cada vez me cuesta más.
Voy a cerrar los ojos ahora mismo.
Me duele tanto la vida!
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Voy a cerrar los ojos ahora mismo.
Me duele tanto la vida!
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martes, 3 de marzo de 2009
De conocidos y extraños
Estaba hablando con mi hijo mayor, de siete años, cuándo he recordado que fue a esa misma edad cuándo empecé a escribir un diario. Fue un regalo que me hicieron y que decidí utilizar. Pensé que sería una buena idea releerlo para ver qué pasa por la cabeza de una persona de siete años, así que bajé mi caja de recuerdos y lo rescaté. Tengo dos diarios, el primero que empecé a esa edad, y otro bastante más voluminoso en el que seguí escribiendo cuándo el primero dejó de tener hojas en blanco. En total, y con algunas lagunas, tengo 14 años de mi vida reflejados en esos dos diarios.
De alguna manera, me sentía una intrusa leyendo aquellas palabras. Aquella persona que escribía era el germen de la persona que yo iba a ser, pero no me veía reflejada en esos pensamientos, que me resultaban ajenos...
Empecé a leer el diario con la intención de entender mejor a mi hijo y me he sorprendido encontrando a una desconocida, que sin embargo se convertiría en mí.
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De alguna manera, me sentía una intrusa leyendo aquellas palabras. Aquella persona que escribía era el germen de la persona que yo iba a ser, pero no me veía reflejada en esos pensamientos, que me resultaban ajenos...
Empecé a leer el diario con la intención de entender mejor a mi hijo y me he sorprendido encontrando a una desconocida, que sin embargo se convertiría en mí.
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SUS...PIRO
Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.