Cuándo la vida se vuelve jodidamente complicada (y conozco muy poca gente que no considere que la suya lo es), llega un momento que tienes que parar y tomar decisiones que la simplifiquen.
Eso hice yo tras mis relajadas vacaciones en el mar del verano pasado. Paré y tomé algunas decisiones que hicieran mi vida más sencilla. Una cosa lleva a la otra, y existe una posibilidad muy elevada de que esa sencillez la haga también más insulsa... Pero de momento es lo que me pide el cuerpo y lo mejor para la gente a la que quiero.
Hará cosa de un par de meses recapitulé y decidí dar otra vuelta de tuerca. Esta vez le tocó a mis relaciones. A las que duelen. Decidí analizarlas, deconstruirlas y ponerlas en barbecho a ver qué salía de ello.
Y en eso estoy. Se han acabado sentimientos de culpa, "deberías" y otras tonterías que lastran mi vida y me quitan energía de las cosas importantes. Los que están en barbecho tendrán que decidir qué quieren de mí y si les vale la pena el esfuerzo. Yo no voy a seguir haciéndolo. Estoy cansada de vampiros emocionales.
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1 comentario:
Vivimos, en general, tan rodeados de gente tan egoísta que a veces corremos el riesgo de pensar que todo egoísmo es malo.
Y no es así. Todos necesitamos un mínimo de egoísmo. Si tú no estás bien, no puedes ayudar a nadie. Tienes que tener claras tus prioridades, Sus. Y al que le fastidie, pues mira, señal de que no merece nada mejor.
Un abrazo.
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