Es curioso como construimos los pilares de nuestra vida. En ocasiones los pilares son firmes como rocas, columnas sólidamente asentadas en una base de hierro... Y de allí no se mueven, oiga usted.
Pero en ocasiones aparecen pilares chiquitines, sin apenas darnos cuenta, que se apoyan dónde buenamente pueden y se quedan allí a esperar que cargues. Y algunos hacen extraordinariamente bien su función. Tanto que se convierten en pilares imprescindibles para sostener la poca cordura que los embites que recibes te va dejando.
Hoy me han arrancado, sin previo aviso, uno de esos pilares. Malditas víboras deslenguadas. Que el cielo las confunda.
Hoy estoy un poco más sola.
Hoy me siento mucho más frágil.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario