martes, 10 de enero de 2012

Mi encierro

Víspera del día de Reyes a las 15:30 de la tarde. Mi horario laboral a punto de acabar y la oficina prácticamente vacía ya que ese día todo el mundo trabaja hasta las 15:00.

Decido ir al servicio justo antes de empezar a recoger mis trastos e irme para casa; he quedado con mi marido, los niños, mi madre y mi hermana para ir todos a la Cabalgata de Reyes que empieza a las 17:00 (lo sé, lo sé… planazo!!!).

Al ir a salir del cubículo al que llaman lavabo en mi oficina, descubro con horror que el pomo se ha bloqueado y que no puedo abrir la puerta. En la zona del edificio en la que trabajo, utilizamos ese baño tres mujeres: una está de vacaciones, la otra salía justo cuándo yo entraba y la que falta está encerrada en 0,96m2. El número no es baladí: tras los golpes y gritos de rigor para intentar que alguien se diera cuenta de que me había quedado encerrada, me dediqué a calcular las dimensiones de mi encierro: 1,2m de largo por 0,8m de ancho por 2,6m de alto. Un lujo, oyes…

La primera media hora transcurrió entre la sorpresa de la situación, los intentos de que “me se oyera”, y cálculos varios: además de los directos resultantes de multiplicar el número de baldosas por su longitud, hice varias aproximaciones para estimar lo que ocupaba el escaso mobiliario (un inodoro y una papelera higiénica femenina). De ello deduje que el espacio “libre” para pasear se reducía a 0,7 m2.

La segunda media hora me dí cuenta de que los golpes rítmicos podían inducir a error y hacer creer a un posible rescatador que se trataba de alguien haciendo obras. Procedí pues a dar golpes siguiendo melodías más elaboradas que acabaron con un “Para Elisa” bastante decente.

La escasez de resultados provocó tal desánimo en mí que, acomodándome entre la pared y los hierros del inodoro me quedé dormida… Aunque fueron apenas 15 minutos, me desperté con fuerzas renovadas! Ello me hizo darme cuenta de que las circunstancias no eran extremas: acababa de comer, disponía de un inodoro y de agua… aunque la falta de cisterna podía ser un poco desagradable si la sed me acosaba.

Decidí inspeccionar de nuevo mi celda y pensé en el techo técnico. Subiéndome al inodoro, presioné los trozos de techo hacia arriba de forma que uno de ellos se descolgó ligeramente hacia abajo: cayó así hacia mí una cantidad considerable de polvo que no me impidió ver la negrura del espacio superior. Consideré la posibilidad de que hubiera habitantes en aquel espacio y procedí a dejarlo como estaba: estar sola era malo, pero compartir aquel reducido lugar con una rata era bastante peor…

Para activar mi musculatura, un poco acartonada, decidí hacer flexiones en diagonal, ya que no daba más de sí el espacio disponible: descubrí que en esa posición puedo multiplicar por cinco el número de flexiones respecto a hacerlas en posición horizontal.

Habían pasado ya dos horas, y a pesar de mis gritos cada vez que oía algún ruido, nadie parecía darse cuenta de que estaba encerrada… Hasta que oí ruidos en el baño de hombres, contiguo al mío. Para mi alegría, esa vez mis imprecaciones llegaron a buen puerto, y un amable compañero que a las 17:30 seguía trabajando, llamó a Seguridad.

A partir de ahí todo fue muy confuso: la segurata no pudo abrir la puerta y llamó a Mantenimiento. El operario intentó forzar el pomo sin romper la puerta y parece que no fue posible así que me dijeron que me apartase que tiraban la puerta abajo…

En menos de 1m2, la idea de apartarse es poco menos que una utopía, así que me encaramé al inodoro para que al menos este parara el golpazo inicial… Y al fin ví de nuevo la luz del día y fui libre!!!!

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SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.