martes, 6 de mayo de 2008

Lecturas

Esta mañana recordaba un episodio de mi "cercana" juventud. Corría el año 1992, año de los JJOO de Barcelona, y yo tenía la suerte de haber conseguido un trabajillo en una empresa de Telefonía que colaboraba con el COB (Comité Olímpico de Barcelona).
El trabajo nos llegó a través de un amigo que, mientras estudiábamos los exámenes de julio en la biblioteca, nos comentó que estaban buscando estudiantes de último curso para un trabajo remunerado. Ni que decir tiene que me apunté... por aquel entonces ya me había independizado, y llegar a final de mes era una proeza pocas veces alcanzable.
El caso es que empezaron los JJOO y mi trabajo casi en paralelo. Mi jefe entonces, gerente de Telefónica, era un tipo maravilloso de unos 45 años qe durante su época estudiantil hasta había vivido en una comuna... las historias que nos explicaba eran sorprendentes y realmente nos dábamos cuenta de que la Universidad que él conoció y la nuestra eran parientes lejanos... y además políticos.
El caso es que le gustaba mucho la Ópera (como a mí, entonces asidua del gallinero del Liceo), y leer (largas conversaciones a altas horas de la noche sobre mil autores). Fue él quién me insistió en que leerse el "Ulises" de Joyce era una revelación que él había experimentado cuándo, en su época universitaria, conoció a un grupo de estudiantes de Filosofía con los que descubrió el universo de Joyce.
Acabaron los JJOO y mi contrato con la empresa en cuestión. Yo acabé mi Proyecto de Final de Carrera y pasé por un par de empresas hasta encontrarme de nuevo a Fernando, que así se llamaba. En cuánto supo dónde trabajaba, me ofreció un puesto de trabajo en Movistar, a sus órdenes, que acepté inmediatamente.
Éramos cuatro ingenieras las que trabajábamos en Barcelona con él (decía que prefería trabajar con mujeres), así que cuándo llegó el primer Sant Jordi nos obsequió a las cuatro con un libro.

Y ahí es dónde quería llegar a parar: al libro que escogió para mí.

Los otros tres libros (para mis compañeras de curro) fueron una obra de teatro clásico, el best seller del momento, y una novela histórica. Cualquiera de ellos me hubiera gustado, y lo hubiera leído encantada... pero sin embargo me regaló un ensayo de Sartre sobre "Les fleurs du mal" de Baudelaire.
Aunque lo he intentado, los ensayos me aburren, lo confieso. Y por muchas vueltas que le he dado, no consigo entender qué le hizo pensar que era el libro adecuado para mí. Lo intenté leer, pero no lo conseguí. Todavía lo guardo en algún rincón de casa esperando el momento adecuado. Quizás vió en mí más de lo que había, o a lo mejor soy yo la que no sé ver lo que hay...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si hubiera leído este blog te hubiera regalado el libro correcto... ;)

Susana dijo...

Alguna sugerencia? Estoy un poco en el dique seco. No encuentro un libro que me inspire hace meses...

SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.